To see a world in a grain of sand,
And a heaven in a wild flower,
Hold infinity in the palm of your hand,
And eternity in an hour.
William Blake, «Auguries of Innocence»
Yo hablaba de futuros;
tú hablabas de presentes.
Vivíamos en dimensiones temporales divergentes.
Hablábamos idiomas distintos.
Pecamos de impaciencia el uno y de paciencia la otra.
Chocábamos, colisionábamos.
Mi dijiste: «No hay futuro sin presente».
Te repliqué: «Sin presente no hay nada».
Yo hablaba de presentes; tú, de futuros.
Éramos las dos caras de una misma moneda
pero nos creíamos muy diferentes.
Unidos por la atemporalidad de nuestra mirada
el tiempo, en suspensión, flotaba a nuestro alrededor.
Tiempo fundido, descompuesto.
El infinito estaba en nuestros ojos.